No busco discípulos, busco manos comprometidas

Esto no es un llamamiento a la caridad: es una carta para gente comprometida
En Hands With Heart hemos llevado a cabo más de 85 misiones en diferentes terrenos hostiles y aislados. En nuestro afán por llegar a donde nadie llega, por ofrecer a personas discapacitadas un mínimo de atención y respeto, he visto en repetidas ocasiones la miseria de cerca. Y también he visto la indiferencia como respuesta ante esa miseria; las manos metidas en los bolsillos mientras la vida pasa por delante.
He visto esa reacción demasiadas veces, y la repetición no provoca otra cosa que cansancio y hastío. Ha llegado un punto en el que no me sirven la aprobación, las frases motivadoras ni las palmadas en la espalda. Tampoco me sirve coleccionar likes ni seguidores en redes sociales; porque la difusión es necesaria, pero nuestro objetivo no se limita a llegar a más personas.
Nuestro objetivo es cambiar vidas. Nuestro objetivo es mirar a quien nadie mira, recordar a quien todos olvidan y apoyar a quien la propia sociedad ha dado la espalda. Nuestro objetivo es llegar a comunidades olvidadas y mejorar la situación de personas con discapacidad que, sin acceso a recursos sanitarios, a menudo están dejadas a su suerte. Nuestro objetivo es conseguir que un problema global como la discapacidad, que afecta tanto al rico como al que no tiene qué llevarse a la boca, esté a la orden del día.


Por eso lo digo claro: no busco discípulos, busco manos comprometidas.
Busco personas con el valor y la humildad de ensuciarse las manos, bajar al barro y no apartar la mirada cuando nos encontremos situaciones duras, pero reales. No pido héroes ni santos, sino gente normal que entienda que la compasión no es un hashtag, un gesto desde la distancia, sino una acción sobre el terreno.
Porque cada vez que una persona mira para otro lado, hay un niño esperando una oportunidad que nunca llega. Y cada vez que decidimos no actuar, cada vez que optamos por evadirnos, la esperanza retrocede y el dolor se intensifica.
Y es que la indiferencia no significa dejar las cosas tal y como están: cada vez que la indiferencia emerge, la situación de esas personas se deteriora. Su condición es permanente, pero sus circunstancias empeoran cada vez que se les niega la ayuda que tanto necesitan.
Así que si tienes manos, úsalas. Si tienes recursos, destínalos donde hace falta. Y si no puedes estar físicamente, al menos no apartes la mirada; la ayuda puede llegar de muchas formas, desde la difusión hasta la donación.
Porque esto va de actuar, no de aplaudir. De remangarse, no de admirar. Y de sumar, no de figurar. No queremos más espectadores, sino el compromiso de quien está dispuesto a cambiar las cosas.
Si al leer esto algo te arde por dentro, te incomoda y te empuja a moverte; si estás dispuesto a ayudar, y no simplemente a observar; si buscas que tus acciones tengan un impacto real … en Hands With Heart tienes tu sitio.
Jorge Aranda
Presidente y fundador
¿Nos acompañas?
Síguenos en:
Facebok Instagram LinkedIn Youtube
Ir al formulario de contacto